jueves, 4 de noviembre de 2010

Tercera noche


“Más de cinco años no va a haber”, profetizó Albana. Y esa declaración resultó conmocionante: los varones se agarraban la cabeza, daban pisadas violentas contra el pasto, se rompían la remera; las mujeres no se exaltaron tanto pero sí gritaban, lloraban y algunas ponían sus manos en el fuego para herirse un poco. La tercera noche empezó más dramática; era el turno de Jeannette.
Jeannette era una chica muy propensa a enfermedades fugaces que acarreaban cambios abruptos en su fisonomía. Todo comenzaba con un punzante dolor en la espalda; esa era la señal de que un azote bacteriológico estaba a punto de trastocarla. Aquella noche lo sufrió justo antes de empezar su discurso. Sus piernas temblaron. Luego se escuchó un crujir de huesos y todos presenciaron cómo la izquierda se hizo derecha y la derecha, izquierda. Sus glúteos se inflaron de tal forma que sentada sobre la tierra quedaban sus pies alzados al aire. Pero nadie dijo nada.
Así fue su historia:
“Entiendo, no es común ver algo así. Y esto les voy a contar, quiero que sepan cómo es que tengo un problemita tan extraño.
Voy a hablarles un poco sobre mi padre. Él era haitiano y, como todo haitiano, también fue un brujo lleno de diablos horribles. Resulta que en el noventa y ocho vino a la Argentina para dar clases de francés, boxeo y terapias alternativas. Al otro año conoció a mi mamá, que fue alumna suya. Noviaron por unos siete meses y después se casaron. Bueno. Para ella él era su primer novio; bueno, nunca se había imaginado que su primer hombre iba a ser un negro, pero así se dio. Y claro, esto trajo el gran inconveniente. Una vez casados, mi mamá se acostó con muchos tipos, especialmente rubios; quería sacarse las ganas.
No se imaginan la bronca de mi viejo cuando se enteró: rompía las camisas, se agarraba la cabeza, gritaba…, todas esas cosas. Él era un hombre muy sensible y respetuoso, no quiso avergonzar públicamente a mamá. Bueno. Hizo lo que todo haitiano hace en esta situación: le dejó a ella una carta con una maldición y después ingirió veneno.
Y en la carta él juraba por los dioses de la muerte que mi mamá nunca más iba a poder quedar embarazada, y que la hija que le estaba por nacer iba a tener un espíritu negro que la visitaría de tanto en tanto para pincharla con molestias terribles. No explicaba bien cómo serían las molestias, pero bueno, ya me di cuenta con los hechos.
Lo cómico es que mamá tuvo tres hijos más, y todos sanitos, solo a mí me cayó el karma y el diablo este que me enferma. Pero aún así, lo pienso con cariño a papá, tenía un corazón tierno; y si actuó siniestramente fue tan solo por seguir la tradición haitiana. Y todas las culturas son dignas de respeto.”

La historia de Jeannette calmó los aires, resultó agradable. Al ratito de terminar, sus piernas volvieron a la posición correcta y se deshinchó su traste. Los chicos se pusieron a cantar, a abrazarse, a besarse y a jugar muchos juegos.
La siguiente noche habló Ramiro, un muchacho de veinticuatro, fanático de Vélez, que estudiaba danza contemporánea en una escuela del Estado. Noviaba con Ludmila, otra de las chicas del grupo, y tocaba lindo el acordeón.

2 comentarios:

  1. Muy interesante la historia de jeannete


    Msd

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  2. Tiene todo el clima de El Decamerón.La historia, la descripción del personaje que la cuenta. El efecto que produce en los concurrentes.Muy logrado el tono.

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