Esta historia está dividida en dos. Cualquier parte puede ser comienzo o final. Ustedes elijan:
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martes, 30 de noviembre de 2010
La villa Mar
La villa Mar se
vestía de verde: así pintaban los techos, las calles, el tronco de los árboles….
Y la gente de Mar vestía el verde para pasear, solo verde. Y en villa Mar ahora
Lucrecia tenía mil libros; mil libros en la biblioteca de Mar. Lucrecia leía
uno por día, todos los días, de todos los temas. En casa tomaba el desayuno:
manzanas, miel, leche y taza; luego viajaba a la biblioteca, en su bicicleta,
verde su bicicleta. Llevaba su almuerzo en la cartera: pan, manzana, queso y
tomate; pasaba el tiempo y leía, y volvía a casa si era noche. Besaba a su
padre y a su hermana, besaba a su madre también, comía la carne de su cena y
oraba a Dios por su vida, por villa Mar y su familia.
Dormía y soñaba, y por soñar soñaba su vida, y a su
villa, y no la enverdecía, y no se repetía, y se pudrían las manzanas porque
nadie las comía.
Lucrecia
Lucrecia y su
caballo rojo azul amarillo negro y blanco cruzaban la villa punta a punta y
ella gritaba y aquel corría; mil hombres salían a buscarla con cuchillos
grandes, con sombreros y barbas. Corrían todos y gritaban, y querían a Lucrecia
para matarla; y su caballo saltaba y así trepaba a los techos, y los bebés se
asustaban y las madres no los besaban. Tumbó aquel troncos de los árboles y
lanzó troncos a los hombres, y Lucrecia reía porque no le molestaba; todo era
rápido, cambiante e indiscreto.
Pero alguien
se acercaba, con ropa verde y un libro en la mano. Era un hombre muy alto, y su
nombre era Dios, y puso el libro en la tierra y alzó a Lucrecia con su mano. El
libro se enterró, cambió la villa y la tierra, y cambió Lucrecia.
Cambiadas Lucrecia
y la villa, cuando dijo Dios: “sean mi imagen, mi semejanza”.
domingo, 28 de noviembre de 2010
El Decamerón -pasaje al inicio-
Haciendo click en este URL Ud. podrá acceder a la primera entrada del artículo El Decamerón. El mismo consta de once entradas (una introducción y diez noches). Leálo todo sin saltear, y compártalo con sus amigos y familiares. Paz.
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Décima noche
¡Va a
pasar algo terrible en el año 2016!: Europa. Europa será conquistada por los
turcos. Ya no va a ser más Roma la supermacia del Cristianismo —siquiera tendremos
Papa en el Vaticano—. Habrá un regente religioso llamado Aláj Mabul —el nombre
significa líder absoluto sobre mentes de la Tierra—. Un Aláj Mabul
bendecirá a quien en futuro más distante sea rey del mundo —apocalípticamente
diríamos ‘el Anticristo’—. Porque es sabido que la Revelación incluye Dragón, Bestia
(Anticristo) y Falso Profeta. Entonces tenemos al Diablo, al rey del mundo y al
Aláj Mabul.
Esta
historia de los diez en Cañuelas transcurrió allá por 2023; estimo que para
entonces estaría ya muy próximo el advenimiento de dicho gobierno maldito.
No
porque sí digo las cosas, el punto clave acá es Francisco.
Había
venido, hasta ahora, comportándose en templanza: de nadie se burló —salvo una
vez—, no bailó, evitó el alcohol, no cuestionó a Santiago…. No, Francisco era
serio y puro; actuaba con intenciones delicadas.
Observen
esto que les contó a los chicos:
“¿Vieron
como pasó con Sansón, o por ejemplo con San Bautista? Oquéi, así también se dio
conmigo: un ángel me adivinó. Llegó y les dijo a papá y mamá que tendrían un
héroe, un enemigo del Demonio. La señal era que al nacer estaría limpito, sin
sangre.
Entonces
es evidente que yo no soy cualquiera; Dios me colocó en un lugar privilegiado.
Voy a ser quien encare al Anticristo y lo mate a espada —pero va a resucitar,
así dice la Escritura—. Igual es todo un honor pelear contra un hombre así. De
hecho la espada ya la tengo, se la dejó el ángel a papá. La espada….
Pero
mientras tanto mi misión es predicar mucho para que la gente no termine
siguiendo a Satanás. Así que bueno, tengo un mensaje de Cristo para todos
ustedes:
El
pecado es hereditario —desde Adán y Eva—. El pecado es condenable. Ustedes
portan pecados. Ustedes son condenables. La condena es el Abismo. Ustedes se
van al Abismo.
Solo
hay una forma de que les huyan del alma esos pecados: Jesús el Liberador. La
muerte de Cristo fue una muerte a la condena; y la resurrección fue un pasaje
al Cielo. Pero para que a ustedes les venga ese favor, necesitan bautizarse. El
bautismo cristiano significa morir y resucitar como el Señor, y así tornarnos
puros, no condenables y luz de Dios en la Tierra.
Ese
es el mensaje. Y bueno, el Aláj Mabul es malo, no lo aprecien.”
El
grupo quedó silencioso. De pronto la chica bruja —Ludmila— gritó “basta”. Ah,
pero fue horrendo: el cuello lo tenía colorado, con todas las venitas marcadas.
La expresión de su cara era como la de una hiena defecando, o como algún otro
tipo de carnívoro. Comiendo. Francisco dijo “no la abracen, está poseída”.
¿Poseída?, preguntó Santiago. ¿Y qué hacemos?, preguntó Jeannette. ¿La
matamos?, preguntó Alejo. ¡No!, dijo Abdul desesperado. ¿Qué hacemos?, preguntó
Albana. ¿Está poseída?, preguntó Santiago. Tiene al Diablo, respondió
Francisco. ¿La matamos?, preguntó Alejo. ¡No existe el Diablo!, exclamó Arturo
desesperado. Dejen que le ore, dijo Francisco. ¡Dejame a mí!, gritó Abdul
celoso. Yo la mato, dijo Santiago triste. ¡La están amando!, dijo Albana, ¡son
ellos!
Nuevamente
enmudecieron. Aquel “son ellos” de Albana causó tanta impresión que nadie quiso
agregar nada y se quedaron tranquilos vigilando a la bruja.
Segundos
después algo azaroso ocurrió: el fueguito del fogón se hizo fuego grande, ¡muy
grande! Y empezó a mostrarse con figura, ¡una figura de ángel! Y este ángel
golpeó el suelo y dijo estruendosamente: “Ya es la hora-Ya es la hora-Ya es la
hoooora.”
Y
siguió:
“¡La bestia tomó el reino! Abandonen Cañuelas,
viajen a Roma. Sigan a Francisco y maten al Demonio. ¡Muestren si merecen la
Salvación!”
Y así
fue.
Mau-
sábado, 27 de noviembre de 2010
Novena noche
Todos
los jóvenes eran porteños salvo Marita, ella nació en La Rioja, era entonces la
única provinciana. Santiago le había dado unos besos la noche anterior, pero no
porque le gustara ni mucho menos; no, él estaba bajo influencias mágicas.
Este
chico era un destacadísimo tenista, y no se podía creer lo que lograba con esa
raqueta —hasta cazaba sapos—: con solo veinte años tenía ya ganados treinta y
seis torneos —quince a nivel mundial—; su madre, que era escultora, hizo en el
jardín de la casa una estatua de dos metros ochenta. Y la estatua era como
Santiago. ¡Pero de bronce!
Bíceps
sólidos, pectorales grandes, muslos atractivos… ¡Todo el cuerpo de Santiago era
radiante! De hecho, era difícil mirarlo y no desearlo. Pero lamentablemente era
feo por dentro: se burlaba de cualquiera, siempre buscaba los aspectos
negativos de los demás para propagandearlos —escupía—…. Y sabemos que todo el
que es así no queda sin castigo (?).
Lean
aquello que habló aquella noche (aquel Santiago):
[aquellos/as]
“¡Aquel
que piense que yo soy poca cosa que levante la mano! … … …
¡Eh, qué les pasa! … Bueno, a ver, vayamos uno por uno: vos, Ramiro, mejor no
digás nada; ¿cómo puede ser que estés con una chabona del Infierno que te
embruja y encima se engalana a varios? No me parece. ¡Y lindo no sos!
Alejo,
¡flor de extraño saliste! Primero, porque estás con los de Jehová; segundo,
porque abusás de los ministros; tercero, porque hablás finito, y tenés un ojo
azul y el otro no, ¡así que callate!
Y
bueno, lo único que faltaba: Albana. … … Mirá, pibita, yo podré ser un genio
del deporte, pero vos sos una enferma mental. ¿Quién te cree lo de las
violaciones cósmicas? No te digo más porque ¡me gustás mucho! y te iba a pedir
noviazgo. Entonces paso al otro.
Oquéi,
el último, Abdul. La frutilla del…. ¡¿Cuál es tu problema conmigo?! Decí que te
respeto por tu religión, porque se dio que ahora es poderosa, pero no me hables
más. Mahoma era un sinvergüenza. ¡Y vos también! Un poquito.
A
todos los demás les doy gracias por no ser crueles. Los aprecio, creo que son
buena gente. Marita está enamorada de mí, lo noté, pero yo estoy engolosinado
con Albana; perdoname, negra. Si llegado el caso ella no me acepta, te prometo
que a la vuelta nos vamos juntos a tomar un helado.
No
voy a contar ninguna anécdota, solo quería poner algunas cositas en claro.
Dejémosle a Francisco dar el broche de…. ¿Mañana ya terminamos, no? Bueno,
entonces vos Francisco tendrás que deslumbrarnos.
No
sé, listo, ¡hasta acá dije suficiente! ¿Por qué no cantamos algo y bailamos un
rato?”
Y así
fue como bailaron y comieron pizza el resto de la noche.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Octava noche
Ludmila
les propuso encarar la reunión de manera distinta. Como era su turno, tenía
derecho a imponer las reglas. Quiso que todos se vistieran con solo dos
colores: negro y rojo. En vez de poner el fogón en el medio, como venían
haciendo todas las noches, ordenó que se clavasen en el pasto estacas de madera
—tenía que formarse una gran estrella—. Encendieron cada estaca y luego se
ubicaron todos de la estrella para adentro.
Conviene
que dé algunos detalles sobre el aspecto de esta chica: medía un metro ochenta,
su pelo era colorado claro medio rosa, tenía noventa y seis de busto, la nariz
respingadita, sus ojos eran enormes ―y de tono azul oscuro—, la piel tostada
pero no mucho, los labios exageradamente carnosos y pintados de azul oscuro —al
menos esa noche—, pesaba alrededor de setenta, en el ombligo tenía dos aritos —un
cuarto de luna y un sol—, no había un solo pelo claramente visible de su cuello
para abajo y en la parte inferior de la espalda gozaba de un tatuaje. El
tatuaje era el típico de los satanistas, el de la cruz de Cristo puesta al
revés. Su edad no la sé bien, pero calculo que iba por más de los veintidós
años.
Así
fue su discurso:
“La
noche es el mejor momento del día. La luz es buena porque sin ella no
apreciaríamos la oscuridad. Yo uso hechizos para atrapar mis varones. A Ramiro
lo retengo así, y a otros tantos los tomo, los uso un rato y después los amo
mucho, y los dejo. Esto del Infierno, el mal, los demonios, las ninfas,
zarabanda y Lucifer es todo pura realidad. ¡Y gracias a Dios que es así! Mi
ingreso en satanismo fue a los siete. Les cuento cómo fue: resulta que mi mamá
estaba en pareja con un pastor evangelista; el tipo era muy pasional, por
cualquier cosa gritaba, golpeaba, lloraba o pedía favores. Yo estaba
confundida, porque me hacía la idea de que Jesucristo había sido medio como él.
Entonces, como a mi padrastro lo recontra despreciaba, le tomé también
desprecio a Jesucristo. Un día salí angustiada de casa porque mamá estaba a los
gritos y golpes con el tipo ese; me puse a meditar y rezongar debajo de un
árbol gigante. ‘¡Qué vida trucha, qué vida trucha!’ me decía a mí misma. También
dije algo así como ‘ojalá me chupe el Diablo y me haga loca’. De pronto un
señor vestido de traje se me acercó y me dijo, muy amablemente: ‘nena, vos sos
importantísima’. Y bueno, yo quedé extasiada, nunca nadie antes me había
llamado ‘nena’. Ese hombre entonces me explicó que pertenecía a una asociación
religiosa llamada Satanismo y que siempre recorría las plazas buscando
elegidos. La noche siguiente fui con él a una de las reuniones, y me atrajo
bastante. Era en una casa de familia —pónganle que contándome a mí éramos unas
quince personas—; y así como les pedí a ustedes para hacer acá, ellos también
tenían formada una gran estrella de fuego —solo que encendían velas, no palos—.
Luego se pusieron a cantar unos temas en latín y rumano, acuchillaron un pavo y
llamaron al Diablo.
El Diablo
dijo que estaba bien, que me podía quedar, que era una elegida. A partir de
entonces esa gente me fue instruyendo en todo lo que es ocultismo, filosofía,
meditación trascendental, viaje astral, curaciones milagrosas, manipulación
espiritual de la materia, revisionismo religioso y demás.
Les
voy a enseñar algunas cositas básicas. A ver, Marita, acercate. Mirá, ¿vos
dijiste que lo querías a Santiago, no? Oquéi, probemos una técnica de enlazar
corazones. Tomá este papelito, ¿ves que hay una especie de rezo ahí? Repetí
esta oración varias veces, en voz alta, pero en lugar de decir Fulano decí
Santiago Locke. A ver, probá….”
¡Fue
increíble! Después de la tercera repetición del rezo, Santiago se puso de pie,
se sacó la remera y fue corriendo a transarla a Marita. Al ratito Ludmila les
tocó la cabeza a los dos, gritó ‘basta ulacubum’ y Santiago se fue a
sentar explicando que Marita no le gustaba, que actuó bajo hipnotismo, nada
más. Y así concluyó el evento.
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