Tengo
que explicarles el panorama mundial de la época en que transcurrió esta
historia. Resulta que Europa era regida por la Iglesia de Roma. Resulta que la
ciudad (Roma) era altamente influenciada por el Vaticano. El Vaticano (resulta)
era gobernado por el máximo representante de la religión islámica, denominado
Aláj Mabul. [Aláj Mabul significa (en árabe) “jefe supremo sobre la Tierra”. En
la Tierra no puede estar Mahoma (no), entonces comisiona al Aláj Mabul
(llenándolo con su espíritu) para que dirija a los musulmanes y someta a los
cristianos (Dios lo va a juzgar)]. Estados Unidos era la única fuerza militar
que enfrentaba a ese imperio. De hecho, Estados Unidos era el único refugio
seguro para los cristianos (resulta) (que en Roma eran quemados, masacrados o
asesinados).
Uno
de los jóvenes del grupo —me refiero a los diez que estaban en Cañuelas—, uno
de ellos era mahometano, se llamaba Abdul.
Varón
de guerra que tuvo mucho que ver (su familia y él) con eso de la peste terrible
en Buenos Aires. Entonces los demás jóvenes del grupo lo respetaban, porque un
musulmán era digno de ser temido (en ese tiempo) —a menos que estuviese en
Nueva York, donde eran masacrados, violados o asesinados—.
Abdul
contó estas cosas a los otros presentes… :
“Ustedes
hablaron de amor, lujuria, misterios, engaños, maldiciones y no sé qué más.
Pero dejaron para mí una grieta —Alá la llene—. Voy a entrar en lo que ustedes
no entraron; voy a hablar de sangre, de batalla, de ¡venganza!, de pasión y
dulzura. Oigan con fijeza.
Un
día recorría Dorrego, la plaza, era domingo, y abundante multitud asfixiaba el
espacio; entonces me puse en pie sobre una mesa de madera, saqué del bolso mi aséis-venticuatro-hachepé
y grité a voz en cuello: ‘quien sea norteamericano que alce sus manos’. Como
ochenta lo hicieron y los maté a balas de mi arma. ¡Ah, qué placer! Pero Alá
goza más. Entonces la gente reía, cantaba, brincaba y se acercaba a estrechar
mi mano. ‘No deje de hacer lo que hace’ me decían algunos. Luego disparé al
aire y exclamé a voz en cuello: ‘quien sea judío que alce sus manos’. Como
cincuenta lo hicieron, y les pedí que me acompañaran, y les di un Corán. Maté a
balazos a los norteamericanos, porque lo merecen, y enseñé la fe a los judíos,
y los maté luego. Mi último objetivo eran los Testigos de Jehová, son la más
admirable, sabia, espantosa y lectora gente que conocemos (mi familia y yo).
Quería descuartizar a cada hombre de Jehová que encontrara (pues son difíciles
de hallar, sus mujeres ya no visten falda como antaño). Pregunté a voz en
cuello: ‘¿quién quiere ser Testigo de Jehová?’; ‘yo ya lo soy’, me dijo uno, y
lo despedacé. Tres veces. Pero luego sentí como si una mano espiritual
apretujase mi corazón, comprendí enseguida que yo había herido a alguien del
Señor. Era el Espíritu de Mahoma que indicaba mi pecado. Ahí entendí que el
Profeta —¡santo su nombre!— ama a todos por igual, que él no vino a generar
divisiones sino para que todos los humanos viviéramos en armonía. Por eso ahora
yo los aprecio al cristiano, al homosexual y a la mujer. Pedí perdón por haber
tenido tanto que ver con la peste tremenda que lastima nuestro Buenos Aires;
pero estaba ciego, mas ahora veo. ‘El que no tenga ningún pecado, que arroje su
cuerpo a mi cuarto’. Ese es el lema que hoy defiendo.
No a
la guerra, sí a la paz. No a la discriminación, sí a la tolerancia. No a la
fornicación, sí al amor casto en el matrimonio. No a la religión organizada, sí
a la espiritualidad libre de prejuicios. No a la guerra. Y en cuanto a Marita,
bueno, yo quisiera que fuese mi novia. Porque la amé desde el primer momento en
que la oí reír.”
Todo
eso habló Abdul. Fue hermoso, porque después del discurso los chicos se
emocionaron, lloraron, rezaron y escribió cada uno sus pecados en un papelito,
para tirarlos luego (acto simbólico) al fuego (estaban haciendo un fogón).
Sigue
ahora la historia de Ludmila, la preciosa Ludmila, novia de Ramiro (acordionista);
ella confesó varias de sus estrategias para conseguir enamorados. Y enseñó
también de magia y satanismo. Ella era una satanista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opine sobre nuestros productos