Para
celebración de todos los ciudadanos de Pearcópolis, su infalible gran protector
volvió a librarlos de la intimidación de la que ha sido, hasta el momento, la
más dañina de las villanías. La ciudad pudo regresar al orden; volvió la
tranquilidad al corazón de sus hombres.
El
alabado héroe de Pearcópolis, el indomable Sícoman, estaba en su casa durmiendo
cuando recibió la llamada del Alcalde; lo necesitaban urgente para detener a
una inesperada y terrible amenaza.
Separó
suavemente sus piernas de las de su amante, salió de la cama y comenzó a
vestirse. Luego de despedir a Ezequiel, marchó en su auto supertecnificado al
encuentro con el Secretario de Justicia mesié Raimón.
—Usted
dirá, Raimón. ¿Qué es lo que pasa?
—Pasa bastante,
Sícoman, le tengo un nuevo archienemigo. Está perturbando nuestras calles; la
policía ya no sabe cómo detenerlo. Es otro chanterilo más, pero mucha gente lo
sigue y está poniéndose peligroso.
Este
es el camino que quise abrazar: mi pelea contra el mal no es por la fuerza,
estoy en contra de todo tipo de violencia; yo combato con la palabra. Apoyo la
visión y soy fiel seguidor de nuestro Alcalde; siento que él es la única
solución a todos los grandes conflictos por los que ha venido pasando siempre
la humanidad. Pearcópolis es lo que es hoy día gracias al amor y a la luz que
el Alcalde lleva incorporados. No voy a permitir que esas resacas del pasado
desestabilicen el imperio de paz que estamos creando; en ellos se sintetiza
toda la desgracia humana: las guerras, la discriminación, las culpas, los
miedos, la hipocresía. Voy a limpiar completamente a mi querida ciudad de todo
su veneno.
Sícoman
se dirigió por medio de la televisión, en cadena general, a todo el pueblo
pearcopolitano. Así fue en parte su discurso:
Mi muy amada
gente, estamos por desgracia en clave roja. Tenemos que anticiparnos cuanto
antes a la amenaza de estas víboras. Sabíamos que no iban a quedarse con los
brazos cruzados viendo cómo prosperábamos, cómo extirpábamos el delito,
envidiando nuestra libertad y nuestra vida sin culpas; se les derrite el cuerpo
de solo pensar que pudimos avanzar y que tuvimos éxito estando apartados de
todas sus mentiras, de la basura que hicieron tragar al mundo por más de quince
siglos. ¿Porque ya quién les cree esa moral barata con la que compran a los más
débiles? ¿No nos enseñó la Historia que lo que ellos quieren es dominarnos,
tenernos en sus manos, para satisfacer quién sabe qué deseos oscuros?....
Esto
es lo que nos dictó la razón, y es la bandera que sacudimos fuerte como ciudad:
“hay una esencia natural, un potencial creativo que debe empujarnos al
desarrollo. En el silencio de nuestras mentes duerme todo el amor y todo el
vigor que necesitamos para crecer; la tierra misma en la que vivimos nos hace
ver que nada merece dividirnos, que nos corresponde hermandad y fraternidad. No
tiene por qué haber pobres o clases esclavas; todos somos un mismo espíritu,
somos energía. No se trata de dogmas, religiones o pasionismos; se trata de
estar unidos, de ser la misma cosa, el mismo dios.”
Si
se los quiere desmoronar rápidamente, habrá que someter a su líder. Lo llaman
“el hermano Muñiz”; está buscando que nuestra gente se rebele contra el
Alcalde, está empecinado en dividir al pueblo. Hace creer que obra milagros,
que trae regeneración espiritual, que si no aceptan a su dios no pueden ser
felices o tener paz, iluminación, salvación o qué sé yo. Me hierve la sangre
que estén pasando esas cosas y el Alcalde recurra solo a mis métodos.
Mientras
tanto, las ratas chillaban en su madriguera….
Bastaron
diez minutos de un discurso televisivo para que ya fuera blanco de todos los
disparos. Este Sícoman consiguió que la gente me odiara.
Todas
las críticas que nos hacen son exageraciones o directamente mentiras. Esta
ciudad está mugrienta; se llenan la boca hablando de que la paz esto o la paz
lo otro, pero se les empuntan los pelos de la rabia cuando decimos que la mejor
paz está en el Señor. Nos tienen tremenda bronca, en especial el Alcalde.
Hablan del respeto, de la hermandad, del amor…, pero ahora nos quieren
liquidar; ¡si ya tenemos que andar escondidos! Sícoman piensa que el problema
acá es “el hermano Muñiz”, está muy equivocado. Yo nada más enseño lo que creo,
no busco hacerme seguidores; en todo caso, si quiero que sigan a alguien, que
sea a Hiesurristo.
…Ya se ha
dictaminado la medida. Vamos a tener que elevarnos a un sistema de seguridad
mucho más estricto; no hay vuelta que dar. Desde el día de mañana hasta el
próximo viernes, todos deberán pasar por el registro civil para ser codificados
en su mano derecha a través de medios digitales. Esta identificación va a
servir para reconocer quiénes de ustedes son ciudadanos comunes y quiénes son
seguidores de Muñiz. El que no tenga el código no podrá hacer ningún tipo de
transacción, no podrá entrar a su trabajo, no se le permitirá subir a los
transportes públicos. Si la policía lo encuentra, va a llevarlo detenido; no
importa la situación en la que esté.
Y para evitar
que esos terroristas fanáticos también reciban la marcación, va a imponerse la
condición de que los identificados asuman todos los días, en voz alta, sea en
su lugar de estudio o de trabajo, frente a dispositivos especiales que vamos a
instalar, que el único jefe y merecedor de nuestra total fidelidad es el
Alcalde. Los terroristas no van a atreverse a un acto de amor y compromiso tan
grande con Pearcópolis; para ellos es Hiesú, Muñiz o nada.
Durante
los dos meses siguientes, se libró un perseguimiento excepcional de todos los
mal vivientes. El sistema resultó muy eficaz. Todo volvió a ser como antes:
orden y tranquilidad; piedras base del progreso….