jueves, 28 de octubre de 2010

Escenas Ordinarias

Seis hombres encerrados en una mina
Llevan un día ahí adentro. Ya tres quisieron comer a los otros tres; los otros tres quisieron matar a los primeros tres por sus motivaciones inhumanas. Uno de los seis, Charles, el más anciano, que tiene la mano izquierda con cuatro dedos, propuso lo siguiente:
—Esto es simple: si el Señor quiere que vivamos, de alguna forma nos salvaremos.
Otro minero, el segundo más joven, Michel, respondió:
—¡Muy sabio, Charles! ¿Pero y si Dios nos quiere ver muertos? Si es así, voy a probar aunque sea una vez la carne de Lorenzo.

Doce palomas en un convento
Era una noche de invierno. La nieve no perturbaba, porque no hay frío en agosto en Río de Janeiro. ¡Las palomas!
Sí, había doce palomas rezando avemarías en una iglesia. Una le dice a la otra:
—Oye, Manolo, ¿tú sabes que me pica la espalda?
—¿Quién, Jesús, quién lo hace?

Marte. Dos astronautas rusos en Marte.
Почему вы всегда избегать меня, приятель?
Вы лежать вместе с моей женой.
 —И не говорите мне о нем больше?

Miércoles, el día de los satanistas.
Cuentan los maestros del ocultismo que cada miércoles a las tres de la madrugada, quinientas legiones de criaturas horrorosas, sanguinarias, invisibles, crueles, que son sustancias puras (sin accidentes) —esto es una referencia a las teorías aristotélicas de metafísica—, dejan el Infierno para visitar a los hombres. Por eso los satanistas hacen  misas negras, tortas negras, rituales, sacrificios de niños, sadomasoquismo y demás cosas feas. Es necesario que un escuadrón de exorcistas pentecostales salga a las calles en ayunas, con Biblia en mano y tratados evangelísticos. Golpean puerta por puerta inquiriendo…
—¡Disculpe, señor, que lo molestemos a esta hora! Lo que pasa es que los miércoles vienen el Diablo y los demonios, sí. Nosotros somos de la iglesia de la vuelta, la que dice Cristo la Luz. Necesitamos si nos puede dejar hacer una testeada por su casa. Vinimos en ayunas.
Tal accionar perseverante de los exorcistas ha refrenado bastante las embestidas diabólicas. Los satanistas entonces procuraron destruir el templo Cristo la Luz. Llevan gallinas, sal, sahumerios, posters de los Pitufos, cruces invertidas y navajas. Una vez que están dentro del templo, aprietan los puños y empiezan a invocar fuerzas destructoras —hablando lenguas extrañas—; pero como Dios es más fuerte, cuando el templo estalla, instantáneamente aparece uno a la vuelta, más grande, llamado Cristo la Luz. Y así, los exorcistas se casan con chicas exorcistas, se esmeran por tener muchos hijos y edifican ejércitos de poderosos samuráis de la fe. Las sectas satanistas, de umbanda y de la Escuela Científica Basilio cuentan con cada vez menos miembros, y la gente en los barrios es más feliz, los matrimonios duran más, los ladrones roban poco (en comparación) y las prostitutas no se prostituyen tanto (si comparamos). Por eso aconsejo a la juventud argentina que deje de drogarse y/o bailar reguetón y/o leer a Nietzsche, y se dedique a estudiar libros sobre guerra espiritual, que vea los videos del reverendo Benny Hinn y estudie las Sagradas Escrituras en versión Reina-Valera 1960.
Por lo demás, que disfruten del amor y las buenas energías. “Que sean uno, Padre, como tú y yo somos uno” [Jesucristo, 32].

Cinco palomas en una discoteca
Texto en proceso de creación. Disculpen la demora.


Marcos Porrini

  

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