A Jorge Miltitz,
estimado amigo y confidente.
Noticias de mi sentencia te habrán llegado; lamento asegurarte que iré
a la hoguera. Verás, no he comido desde hace dos días; apenas si me traen un
poco de leche rancia por las mañanas y la noche. Esta celda me abruma, y el
terror de morir es como un paño atado a la garganta.
Habrás visto ya cómo mi nombre hiede para muchos. Los clérigos de la
Inquisición me acusaron de diablo y homicida, la gente del pueblo no me
defendió y ni siquiera el fraile Lutero quiere atender mi declaración.
No tengo a nadie en quien confiar; te cuento solo a ti, apreciado
amigo, que me has sido siempre más tierno y gentil que cualquier siervo de
Cristo. Y aunque dudé de escribir esta carta, porque no quise cargar de
angustia tu mesa, más fuertes fueron la desesperación y la necesidad de abrir
mi alma a tus consejos dulces.
La vida de un hombre de ciencia, en estos tiempos revoltosos, no se
limita a seguir calladamente cuanto manual escolástico de anatomía y física nos
dispensen las universidades. La Iglesia se ha vuelto terca en numerosos
aspectos, entenderás, y restringe muchas preciosas y bien sabidas sendas de conocimiento
y elevación de espíritu. Sin ir más lejos, tú has sido testigo de la eficacia
con que pude sanar la piel de aquella mujer francesa durante la fiesta de San
Antonio. Quisiera por tanto informarte que procedimientos curativos semejantes
no los aprendí en las escuelas sacerdotales; no, ha sido gracias al estudio de
alquimias y grimorios antiguos, incluso por dialogar con otros llamados
“diablos” provenientes del Líbano, India y demás espacios.
El Espíritu es como el viento, dijo el Señor, que sopla pero no sabemos
de dónde viene ni adónde va. Y así como el doctor Lutero es vilipendiado por
Roma debido a sus embestidas teológicas, así también yo, querido Jorge, soy
denigrado y condenado a muerte por estos buitres cristianos ignorantes que se
creen flechas tensadas por el Altísimo; soy condenado por explorar en lo
sublime, en la alquimia, en la magia…. ¿Acaso no tengo derecho como hombre de
querer saber qué hay detrás de la cortina? ¿Acaso no puedo buscar mis propias
respuestas sobre quién es Dios, quién es Lucifer y quiénes somos los humanos?
¡Maldita hipocresía del mundo! Si he recibido algún don, algún poder, no lo uso
sino para bendición del pueblo, para sanar leprosos y demás enfermos. Tú
también has conocido que soy hombre manso de buenos valores; y si he matado, no
lo sé, nunca he sido yo….
Perdona, hay cosas de las que no he hablado contigo, pero si no te las
confiase ahora, lo que se me acusa en calumnia será tomado por verdad para
siempre; ¡y eso no lo toleraré!, siquiera desde el polvo.
Amigo Jorge, hay fuerzas que gobiernan este mundo y que imponen su
voluntad por encima de nuestros fallos. Así lo expresó bien el Apóstol cuando
habló de potestades y principados en las regiones áureas. Y las he conocido….
¡Te digo entonces “no fui yo quien mató”! ¡Fui un esclavo, un instrumento,
usado por estos dioses que penetraron mi hogar y mi alma!
No creas que ignoro a Dios, o que no le temo, es solo que creo y estoy
convencido de que Nuestro Señor sabe bien de mí, y Él me eligió para sus
planes…. Pero sufro, mi hermano; el peso me es en manera grande. Tendré que
armarme de valor y ser fuerte, porque mi Redentor me hará justicia, y me
librará del hierro, del fuego y de los falsos ministros de la Iglesia. Y estas
sombras que me arañan durante las noches, y estos dioses negros que se burlan
de mí, sabrán que Fausto nunca quiso el mal de nadie, que hallará gracia ante
la mirada santa de Jesucristo; y si muero, moriré con esperanza.
Ahora termino, fiel amigo; te encarezco solamente que cuides de mis
hijos. No permitas que nadie abuse de ellos ni que la imagen que tienen de su
padre sea manchada. Y yo te prometo que si tras renunciar a este viejo cuerpo
mi destino es la eternidad de los Cielos, rezaré siempre ante el Padre por que
se apiade de ti y considere con gran amor lo mucho que me has dado.
Te quiere y agradece,
Siempre tuyo,
Fausto
Muy buen artículo!!
ResponderEliminarBesos!
Qué interesante. ¿Se basa en un caso real?
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