Como podrán darse cuenta, este es el tercer artículo que presento
en 'El Amigo Porrini'; aún estamos discutiendo con Marcos para ver qué rumbo
darle a este portal.... Ayer me dijo "Lisandro, fijate bien lo que pongas,
que no sea ni muy-muy absurdo ni tampoco demasiado formal y coherente". Y
bueno, es todo un desafío; tengo que mantener el ritmo de humor e ingenio, y a
su vez que haya una bajada de línea con cierto sentido; y no solo eso, tengo
que buscar temas de interés juvenil. O sea, hasta ahora diserté sobre
estrategias de atracción personal especializadas en individuos de tez marrón y
sobre ciertas herramientas de seducción orientadas hacia norteamericanas. Todo
esto es necesario tratarlo con los adolescentes y jóvenes de hoy; porque debido
a la escasez de consejeros sabios de buena madre tenemos los problemas que
tenemos con esos miserables chicos que se recluyen en sus casas y gastan horas
y horas paveando con la computadora escribiendo giladas. ¡¡Eso hay que evitar!!
El tema de este artículo me lo sugirió mi nena luego de una
acalorada conversación sobre la muerte y el Más Allá. Me dije "claro, ahí
está, 'El Amigo Porrini' tiene que aconsejar sobre la muerte y el suicidio";
y como a Florencia le pareció bien, empecé a buscar información y a entrevistar
a ciertos personajes.
Hete aquí el gran problema: "cómo ser un suicida de galera y
bastón". Porque últimamente se ha degradado bastante el oficio del
suicida; muchas revistas populares se han empecinado en hablar pestes contra esas
nobles personas que solo buscan trascender las fronteras del conocimiento
natural humano.
Permítanme aclarar mi posición: yo estoy a favor del suicidio,
siempre y cuando se tomen los recaudos necesarios para no quedar humillado ni
sufrir efectos alternos. Si bien yo no soy suicida, he decidido luchar por los
derechos de esta minoría que ha remado duro contra el conservadurismo
cavernícola que impera en Argentina. Es tiempo de que dejemos atrás nuestros
prejuicios y atendamos al progreso.... ¡¡Ya no estamos en la Edad Media!!
Pero bueno, no quiero irme por las ramas; voy a concentrarme en el
tema que nos compete.
Evidentemente, después de morir uno entra en un túnel luminoso. Una
vez que se llega al otro extremo, la sensación es de alegría y paz.... Ahí es
cuando todo se complejiza; puede pasarte, o que venga el Diablo y te chupe (ahí
sonaste), o que Cristo Nuestro Señor te abrace y te lleve a un paraíso de
ensueños.
Lo ideal es que te vengan Cristo y el paraíso; pero bueno, si
llegado el caso te chupara el Diablo, va a ser conveniente que encares la
situación con suma frialdad; hay que tener cuidado, no es así nomás que convencés
al Diablo de los perjuicios potenciales de tu presencia en los Abismos.
Para tratar autorizadamente la cuestión, me tomé el atrevimiento
de entrevistar a Federico de Orellana. Es un muchacho de veintiséis años, suicida,
que hace cuatro meses tuvo un triunfante encontronazo con el Diablo. Atiendan:
—Buen día, Federico, ¿cómo anda todo?
—Bien, bien,
tranquilo....
—Contame, ¿cómo fue tu experiencia de autoaniquilamiento? ...
Tomate el tiempo que quieras.
—No, no, está
bien, te cuento. Mirá, yo estaba medio depre esos días, ¿viste? Entonces me
puse a escuchar unos discos de Jim Morrison. Resulta que ponele a la cuarta,
quinta canción, se me prende la lamparita....
—¿Jim Morrison dijiste? ¿The Doors?
—Claro, claro.
Bueno, te decía, entonces ahí se me prende el foco. Entonces agarro y digo
"bueno, ya fue, má' sí, yo me fulmino y listo". Y bueno, ahí me fui
para el baño, agarré una gillete y me lastimé.
—Ah, bien, ¡fue rápida la cosa entonces! ¿Y no pensaste en dejar
una notita o algo?
—No, qué
notita, eso es de maracas; yo fui, me corté y listo.
—¡Copado! Y decime, ¿pasaste por el túnel ese, el de la luz?
—Sí, más vale,
por ahí pasamos todos. Después el garrón fue que vino Satán, ¿viste? Yo le
pregunté "a Morrison lo ubicás, ¿no?" Y ahí surgió el problema....
—Apa..., ¿y qué pasó? ¿Lo conocía el Diablo?
—Mirá, a mí me
dijo que no.... Y la verdad que me sorprendió; yo pensaba "bueno, al menos
lo habrá sentido nombrar", pero no, no tenía ni idea. Entonces le armé
bardo.
—¿Posta? ¿Qué le dijiste?
—No, que ni se
le ocurriera llevarme al pozo si no iba a estar Morrison; onda que yo me maté
por él. Y bueno, forcejeamos un rato y al final me largó.
—¿Y entonces qué pasó?
—Y nada, qué
sé yo, quedé así como estoy ahora, tipo Ghost,
¿viste? Estuve hablando el lunes con unos ángeles a ver si... [fragmento de
entrevista realizada el jueves 2 de septiembre de 2010.]
Muy bien, voy a condensar el texto. De ese pedazo importante de la
conversación podemos extraer cuatro puntos claves para que nuestro suicidio no
nos resulte una experiencia frustrante y tenebrosa:
- No tomar la decisión bajo presión emocional —es necesario que dejemos pasar el tiempo de la depresión y después nos fijemos bien cómo hacer las cosas—.
- Preguntar por Jim Morrison —sabemos que al menos con Federico funcionó. Eso sí, nos exponemos a que después de su caso el Diablo haya averiguado y ya con nosotros reaccione diferente—.
- Tener una enamorada —el tipo de Ghost la remó bien estando de fantasma porque la tenía a Demi Moore; espiritistas se consiguen, pero novias así tipo Demi Moore no es tan fácil—.
- Leer la Biblia y elevar plegarias —ponele que después debas tratar con ángeles para ver qué hacen con tu alma; ahí convendrá que tengas ciertos contactos con Dios, Cristo o algún santo, capaz que así aligerás el trámite. Y si algo sabés de Biblia también te ayuda, porque si no, pueden meterte el perro y vos ni cuenta.
Creo que hasta ahí será suficiente. Ya saben, por cualquier
consulta pueden enviar un mail a
Marcos, es muy servicial. Yo ahora tengo que ir a hacer unas cosas, así que
dejo el artículo acá y bueno, el resto lo especularán ustedes. Muchas gracias.
Muy bueno, Lisandro, me quedo con el consejo de no tomar esta decisiòn bajo presiòn emocional, que parece ser el vicio en el que caen todos los de la categorìa.
ResponderEliminarhigher vengo a ser yo your former teacher, who doesn't quite handle ALL the Internet gizmos
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