Uno a
uno van pasando los obesos. Es muy prolijo el organizador, separó en grupos a
los invitados. Los gordos obesos van todos juntos, así sean hombres, mujeres u
hombres obesos. Y si hay niños gordos obesos es menester que se integren a
aquel grupo con los hombres obesos, las mujeres y los hombres. Pero los hombres
que son un tanto gordos ―u obesos― pero usan lentes de vidrio grueso, no van
con aquel primer grupo sino con uno integrado solo por mujeres, niños u hombres
de lente gruesa. Los de lente de vidrio no-grueso no conforman ningún grupo en
especial, cada uno de estos pertenece a diverso grupo de acuerdo con otras
características ―pero que quede claro: no hay ningún grupo exclusivo para los
que usan lente de vidrio angosto o normal―.
En
fin, la cuestión es que el Rey festeja sus veinticuatro e invitó a todos los
súbditos. También invitó príncipes, reyes vecinos y demás aristócratas. Si
algún aristócrata es obeso, tiene la obligación formal de entrar con los demás
gordos obesos. Porque una de las cosas que quería el Rey era que no hubiese
jerarquías en su fiesta de cumpleaños. Dijo: “esto va a ser libre, comunista,
utópico, carnavalesco; solo respeten el orden para la entrada”. Se refería al
orden de los grupos, porque si, por ejemplo, una señora es narigona, no puede
entrar junto a mujeres u hombres no-narigones; hay un grupo que nuclea especialmente
a las señoras narigonas mayores de veinticinco años.
En
fin, el punto es que cada cual debía colaborar con bebida o un poco de comida.
Quienes traen cabritos vivos no pueden ingresar con los demás invitados, tienen
que ir juntos, hay un grupo para los que traen cabritos vivos o zanahorias.
Pero depende de qué tipo de zanahoria estén trayendo. Esto lo digo porque en el
Reino Porrini se cultivan tres clases distintas de zanahorias: unas son
naranjas y alargadas, las otras son verdes y alargadas, y las otras son verdes
y redondas. Bueno, los que traen zanahorias naranjas y/o zanahorias verdes y
redondas, entran a la fiesta junto con los que traen los cabritos vivos. Hay un
grupo especial para los que vienen con zanahorias verdes y alargadas.
En fin,
el tema en cuestión acá es que todos tenían que venir disfrazados ―al menos
tenían que traer máscaras―. Ninguno podía entrar con los genitales al
descubierto. Porque es costumbre en el Reino que los niños y hombres circulen
los espacios públicos con los genitales expuestos. Las mujeres que hacen gala
de sus genitales al aire libre son consideradas brujas y se las mata a espada.
Los hombres y los niños no están obligados a mostrar su pene, pero generalmente
lo hacen ―a menos que alguna mugre o enfermedad los avergüence―. Pero en esta
fiesta todos debían cubrirse.
Todos
debían envolver sus genitales porque el Rey hablaría sobre un cambio radical.
Cuando en el Reino Porrini está por hacerse un cambio radical, nadie puede
expresar sus emociones como de costumbre.
En
fin, una vez dentro, la maestra de ceremonia toca el cuerno, alza los brazos y
grita “voy a hablar”. Y esto es lo que habla ―habla esto la maestra―: “el Rey
Nuestro Señor quiere que todos disfruten de la noche, que coman y beban
sutilmente pero que dancen mucho. Sí, por favor no sean escasos al danzar;
porque no han venido a esta fiesta para comer y beber sino que lo han hecho para
la danza, para danzar mucho. ¡Entonces no dancen poco! Y guarden sus genitales.
Salvo las damas.” Luego las mujeres menores de cincuenta años rasgan sus
atuendos en la zona de las, no, lo que hacen es desabotonar sus atuendos, y
exhiben tetas. Las tetillas o tetas o tetillas de las mujeres del Reino Porrini
pueden ser de tres clases distintas: unas son rocosas y amarronadas, otras son
jabonosas de color manzana, y las otras son triangulares. Que quede claro esto:
los súbditos acostumbran comer y no danzar en las fiestas; y las mujeres
acostumbran recato; pero cuando un cambio crucial es anunciado, todos tratan de
anticiparse con actitudes de cambio, para que lo crucial no sea tan
espeluznante. El Rey va a hablar:
―y
esto habla―: “Dios me habló.”
Un
niño disfrazado de manzana grita “ha enloquecido” y lanza una piedra. La piedra
golpea al Rey. ¡El Rey cumple veinticuatro años! El Rey muere por el piedrazo.
Revuelo.
Desesperanza.
Angustia.
Temor
y temblor.
¡Indiferencia!
Recato.
Los
invitados descuidan el orden de los grupos y se mueven aleatoriamente por el
salón. El niño vestido de manzana se sube al estrado desde el cual iba a hablar
el Rey y alza los brazos, y luego dice: “no podía permitir la locura”.
El
niño es coronado; las damas se cubren y los hombres ya no; todos empiezan a
comer. La maestra de ceremonia intenta comunicarse con Dios pero es
interceptada por piedras, y muere. Porque el Reino Porrini se propone no
someterse al consejo de dioses del Cielo o del Infierno. Ellos escuchan,
escucharon y siempre escucharán su corazón ―su - co - ra - zón―. Salvo raras
ocasiones.
¡Larga
vida a Porrini! ¡Larga vida! ¡Vida larga Porrini! ¡Larga, Porrini, larga! ¡Por
Dios qué larga! ¡Porriiiiiniiii! ¡Laaaaaaaarrrrrrr!
Marcos
Larga vida y pluma a marquitos! I had a whale of a time!
ResponderEliminarMuy lindo!
lili