martes, 13 de septiembre de 2011

Las voces de un poeta adolescente



Como bien lo sabe usted, comisario Calma, todo lo que pude averiguar sobre Juanito fue gracias a los pedazos de papel que dejaba escritos con sus poemas. Es notable la transformación tan violenta que sufrió durante sus últimos quince días: me refiero, como bien usted lo sabe, a una metamorfosis espiritual. La entonación de los versos variaba leve pero constantemente al transcurrir las semanas; y no solo la entonación, también la estética, el registro, todo. Bueno, no todo, había cierto espíritu en común, como un pasionalismo, usted ya sabe, y eso es lo que nos lleva hacia la principal teoría sobre el caso: Juanito estaba enamorado.
Le explicaré mejor este asunto. El día veintitrés de octubre nuestro joven escribe su primer poema. Para ser más exactos, conviene aclarar que más que poemas eran fragmentos, o inicios de poemas; mejor dicho, Juanito escribía una sola estrofa en cada papel. Pero preste atención a la característica de esta primera nota. Cita textual:

Ayer crecía, enhiesto,
el tallo de una rosa en mi huerto
la Luna lo sabía y por eso
su sonrisa era de nácar
y su aliento a caramelo
que eclipsaba al cielo
todas las noches desde la terraza

No es común que un varón de su edad se ocupe en describir cómo respondía la Luna ante el florecimiento de una rosa. Ya lo sé, usted me dirá “bueno, Lisandro, quizás el muchacho era un rarito”; admito que aquellos versos se prestan a tal conclusión, y de hecho yo pensaría igual de no ser por el contenido de su segunda nota, la cual dejó sobre la mesa tres del Café Martínez de Barrio Parque, el veinticuatro de octubre, justo un día después de la poesía anterior. Transcribo:

No me resigno a dar la despedida
a tan altivo y firme sentimiento
que tanto impulso y luz diera a mi vida.

Definitivamente Juanito no era un raro, no sentía pasiones bajas por la Luna y sus colores. No hay ninguna razón para que alguien deba despedirse del amor a un cuerpo celeste. Tanto yo como mis compañeros en seguida postulamos que había una mujer, una jovencita, detrás de todo esto.

Pasaba arrolladora en su hermosura
     y el paso le dejé;
ni aun a mirarla me volví y, no obstante,
algo a mi oído murmuró: —Esa es.

Anteriormente le advertí sobre los abruptos cambios estilísticos acaecidos de un poema al otro. Cualquier experto en literatura afirmaría que esta última estrofa no fue escrita por la misma persona que compuso las dos anteriores. El problema es que sí: es la misma letra y la misma firma. Ya no nos quedaron dudas de que Juanito estaba enamorado. Siente algo fuerte por una joven, no quiere renunciar a ese sentimiento aunque teme no ser correspondido, pero dentro de sí considera que aquella chica es la indicada para él. La cuestión parecía muy trivial hasta el momento.

He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.

¡Ah! Primera llamada de atención. Esta cuarta nota la dejó el treinta y uno de octubre, seis días después de la anterior. Algo había sucedido. Vuelven las teorías sobre su fascinación con la Luna. ¿Por qué si no “a lo inaccesible una proximidad de lejanía”? Pero Federico Randamoro se negaba a compartir nuestra postura. Cómo no se dan cuenta, decía él, de que Juanito está padeciendo por una mujer. Esta chica, seguía diciendo Federico, le es inaccesible. Tenía razón, debíamos entender el porqué de esa dificultad. ¿Quién era la joven? ¿Cuáles eran sus motivos para rechazar al encantador Juanito?

Amigos también son el aire,
el agua, el silencio,
y tú los besas y acaricias
 cada día. ¡Déjame entonces
ser tu amigo tanto como ellos!

Esa fue la penúltima nota de nuestro muchacho. Siento escalofríos cuando la leo, porque me viene el recuerdo de su desdicha, de su final desdichado. Federico Randamoro sugirió que la chica en cuestión y Juanito eran amigos. Quizás porque son amigos, decía él, ella no pueda tolerarle un mayor amor de hombre. Claro, entonces Juanito le pedía que, aún siendo amigos, lo tratara con el mismo cariño sensual con que trataba al aire, al agua y demás. Salvo algunos pocos colegas, todos los demás habíamos abandonado ya las ideas sobre un posible romance platónico entre Juanito y la Luna. ¡La Luna no tiene contacto con el agua! La amada de Juanito, sí.
A continuación, comisario Calma, le transcribo el desgarrador último poema. Es una gran exhalación, con un notorio descuido de la estética, de la musicalidad, de cualquier sutileza. Sabemos que luego de esto Juanito murió.

¡Ay! Shhh
¡Y ahora no puedo nada!
vos allá,
vos allá,
vos allá
¡Por qué, Dios, siempre allá!
Sí, caigo,
No,
ya no puedo nada.

¿A qué vendrá todo esto? ¿Es lógico suponer que una trivial historia de amor y rechazo acabó con Juanito? No lo sé, comisario, mis colegas y yo solo tenemos teorías. Si la Luna, si una joven, si amiga, si no…. Todas teorías. Los hechos son estos: Juanito escribió seis poemas, los dejó como palabra al mundo, y luego se fue, desapareció. Espero que usted junto a su equipo obtenga las respuestas. Lamento ser tan poco inteligente.

Cordiales saludos,
Lisandro


1 comentario:

  1. Dulce Juanito, murió de amor, no es ni el primero ni el último.
    Pero nunca vale la pena.
    Muy tierno, Marcos, muy romántico.

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